martes, 11 de septiembre de 2012

Good (2008), de Vicente Amorim



En algún momento de la historia se creyó que la locura nazi había sido producto de la más aborrecible maldad, al grado de haberse convertido en un símbolo que aglomeraba en sus entrañas no sólo la peor parte de la humanidad, sino que además había nacido de mentes de una perversidad y vileza inconcebibles. En Good (2008), película de Vicente Amorim, se ponen en tela de juicio dichas afirmaciones, e incluso se le da vuelta a la tuerca y entonces vemos que quizás en muchos casos esa oscuridad podría haber nacido de la sencilla “bondad” de un hombre promedio en la Alemania de la década de 1930.

John Halder (Viggo Mortensen) es un abnegado padre de familia que se hace cargo tanto de su esposa e hijos como de su madre (Gemma Jones), hundida ya en ataques de demencia senil. Cocina y limpia su hogar mientras que su esposa Helen (Anastasia Hille) permanece refugiada en las notas de un piano. John es además un humilde profesor de literatura que en algún momento escribió una novela que, años después, cambiará su vida. De hecho no ve con buenos ojos la nueva política alemana, por lo que ha rehuido ingresar al partido nacional socialista. Sin embargo, un día es llamado por un funcionario del gobierno, quien le hace ver que los altos mandos alemanes, incluido el propio Hitler, han quedado complacidos con el mensaje moral que subyace en su novela: la eutanasia caritativa hacia una persona que ya no es capaz de valerse por sí misma, una situación que combina a la perfección con la teoría racial de Hitler, en la que uno de los temas principales es precisamente el “deshacerse” de todos aquellos que no cuenten con una salud perfecta.

Con ello y con lo que en un principio parece una aventura con una alumna (aunque veremos que incluso abandona a su esposa por la chica), comenzará su ascenso social, muy a pesar de él mismo, que se resistía a dejarse arrastrar por ese gobierno en el que no cree. Asimismo veremos que su relación con Maurice (Jason Isaacs), su mejor amigo desde los años de la Gran Guerra a donde fueron juntos, con el tiempo irá adquiriendo una frialdad antes impensable, ya que conforme el nazismo se afianza más, Maurice irá teniendo cada vez más dificultades no sólo para ejercer su profesión de psicoanalista, sino incluso para vivir, debido a su origen judío. Cuando las cosas comienzan a ponerse hostiles contra los judíos, Maurice pedirá a John el favor de que lo ayude a escapar a París con su influencia en los altos círculos, pero él, enceguecido con su propio éxito, diferirá tal favor hasta que será demasiado tarde para su amigo.

Difícil cosa es incursionar el la escena cinematográfica con una película más acerca del nazismo y la persecución judía. Sin embargo, creo que la película de Amorim, aunque de una manera no tan definitiva, logra aportar una nueva perspectiva al problema de los orígenes de la ideología nazi, sobre todo si consideramos lo que en un principio mencioné: la idea, en este film desarrollada sin el clásico dramatismo que exige semejante tema, de que la ciega indolencia de ciertos “hombres de bien” bien podría ser más peligrosa que una voluntad hundida en la más sórdida maldad.