miércoles, 22 de diciembre de 2010

Paris, Texas, de Wim Wenders


En la aridez del desierto texano de pronto aparece la figura de un hombre (Harry Dean Stanton) caminando bajo el sol abrasador con una garrafa de agua casi vacía. Apura las últimas gotas y mira en derredor: desierto, sol y mucho cielo sobre su cabeza. Cuando llega a un lugar habitado, busca sin éxito agua en un grifo, entonces entra a un bar y agarra hielo a puñados de una nevera antes. No le interesan las cervesas aunque lucen apetitosas. Alcanza a mirar frente a sí con estupor antes de caer desmayado.

Más tarde, el viejo y astuto médico (Bernhard Wicki) que atiende al vagabundo llama a un familiar para que lo recoja. Sin embargo, Walt (Dean Stockwell) vive en Los Ángeles y debe emprender un largo viaje para ir por Travis, que desapareciera hacía más de 4 años en circunstancias misteriosas. Cuando finalmente llega, el médico le pide el pago de la consulta y le avisa que Travis desapareció nuevamente por la mañana sin haber soltado una sola palabra ni un solo centavo. Walt lo encuentra caminando hacia un punto en la lejanía del desierto. Y pese a su obstinado mutismo, Walt lo convence de que regresen a Los Ángeles para que pueda recuperar la vida que dejara abandonada, junto con su hijo de 8 años.

Sin embargo Travis no parece tener ganas de hablar, lo cual comienza a sacar de quicio a Walt, ya que les queda un largo trayecto a casa para recorrerlo en silencio, o lo que es peor: con sólo Walt hablando y preguntando estérilmente los motivos para que Travis haya abandonado su anterior vida, incluido a su propio hijo Hunter (Hunter Carson). Sin embargo poco a poco logrará que hable de nuevo, algo que al parecer Travis no hacía desde hacía mucho tiempo. Así, ambos regresan a Los Ángeles por carretera después de que a Travis le entrara un ataque de pánico cuando el avión estaba por despegar, con lo que tardarán dos días en llegar. En algún momento del viaje conversan acerca de un lugar perdido en el desierto llamado Paris, con el que su padre solía bromear al asociarlo, gracias a un silencio de unos pocos segundos, con París, Francia, y que Travis asegura que fue el lugar de su concepción, con lo que incluso compra un terreno allí.

Finalmente llegan a Los Ángeles. Travis vuelve a ver a su hijo, quien es tratado con sumo cariño por Walt y su esposa Anne (Aurore Clément), aun a sabiendas de que no son sus padres. Y después de ver una vieja película en la que Travis parece muy feliz con Jane (Nastassja Kinski), su esposa, y Hunter, con lo que los sentimientos se le remueven, Travis tendrá que ganárselo nuevamente, hacerse su amigo y superar la vergüenza que le causa en un principio, en especial cuando lo recoge en la escuela con ese aspecto pusilánime que se trajo del destierro.

Así, una vez hechas las paces con Hunter, juntos decidirán buscar a Jane en Houston, adonde huyó después de su separación de Travis. Y la encontrarán en un banco gracias a la información que les diera previamente Anne. La siguen en el auto y Travis se da cuenta de que Jane trabaja como desnudista, con lo que, incapaz de soportar esa visión, Travis abandona el sitio con lágrimas en los ojos. Lleno de despecho, esa noche se emborrachará en un bar pese a la molestia de Hunter, aunque también ideará una forma de acercarse a Jane sin sucumbir a la tristeza.

Y de hecho al otro día Travis regresa al antro donde trabaja Jane, pero sin Hunter, a quien deja en un cuarto de hotel. Oculto tras el vidrio que protege a las desnudistas, Travis comienza a contarle a Jane una historia de amor, con detalles llenos de un fulgurante amor en un principio, más tarde con celos, un hijo concebido por ambos y que ella siente como un lastre a su libertad, las disputas subsecuentes, el alcohol cada vez más frecuentado por él, y la avalancha de locura final con todo y un incendio, hasta que el hombre huye corriendo hacia el desierto, hacia el sur, y más allá de la frontera con México, para tratar de olvidar el amor por ella en un lugar en el que no conociera a nadie, ni siquiera el idioma… Jane reconoce su propia vida con Travis a través de la historia y de alguna manera podrán hacer las paces después de todos esos años. Y aunque Madre e hijo se reunirán, él seguirá huyendo solitario, tal vez hacia Paris, Texas…

Paris, Texas, de Wim Wenders (ganadora de la Palma de Oro en el festival de Cannes de 1984), es capaz de transportar al espectador hacia un estado de contemplación epifánica que pocas veces se puede alcanzar en el séptimo arte, gracias a una fotografía excelsa y a una historia entrelazada con los hilos del viaje, el dolor, la ternura, el humor y el drama. Una joya para los más apasionados del cine.