domingo, 19 de diciembre de 2010

Opium, diario de una mujer poseída (Ópium: Egy elmebeteg nö naplója), de János Szász


Un año antes del estallido de la Gran Guerra (1913), en un sanatorio húngaro se practican aún técnicas vesánicas –emparentadas con la tortura– para el tratamiento de enfermedades mentales: violentos sumergimientos en agua helada, choques eléctricos, o incluso lobotomías frontales, que consistían en la perforación cerebral con inmensas agujas para “desactivar” las zonas problemáticas del cerebro. El Dr. Brenner (Ulrich Thomsen), un escritor adicto al opio que ostenta las nuevas técnicas freudianas para el tratamiento de sus pacientes, sufre un bloqueo creativo del que cada vez le resulta más difícil escapar. Cuando llega a trabajar a un sanatorio de enfermas mentales, se sorprende con la obsesión por la escritura que padece Gizella (Kirsti Stubø), una paciente que asegura estar poseída por un demonio que la incita implacablemente hacia la lujuria, a pesar de ser virgen aún. Ella escribe no sólo en los cuadernos que le proporcionan en el sanatorio, sino en también en cualquier clase de papel o incluso en las paredes, al grado de que irrita sobremanera a su compañera de celda y a las propias monjas que fungen como enfermeras.

La relación entre ambos se torna cada vez más estrecha cuando el Dr. Brenner comienza a envidiar la incansable capacidad de escribir que posee Gizella, y llega un momento en el que incluso se apropia de algunos textos de ella y los vierte en un libro suyo que no duda en mostrar al director del sanatorio, el profesor Winter (Zsolt László), quien sospecha algo raro en los textos de Brenner. Pero dicha relación se cataliza aún más gracias a la intensa atracción sexual que reina entre el doctor y la paciente, la cual culminará una noche en la propia alcoba de Brenner, con lo que Gizella da engañosos visos de mejoría, ya que cree que ella y el doctor serán a partir de ese momento “marido y mujer”.

Sin embargo, cuando Gizella le pide que anuncie su relación “marital” al profesor Winter, Brenner la trata, no sin cierta burla, como a una loca cualquiera, con lo que Gizella experimentará un profundo ataque de histeria que la llevará a ser encerrada y sufrir los “tratamientos especiales” a los que someten a las pacientes más peligrosas. Así, mientras permanece colgada en una especie de calabozo, ella misma le pedirá al Dr. Brenner que la ayude a aliviar su tormento mediante la eliminación de su cerebro. Y en efecto, así lo hará él en su última noche en el sanatorio, antes de marcharse con todo y algunos diarios de Gizella entre sus pertenencias, después de que Winter lo despidiera por sospechar extrañas turbiedades en la relación que sostiene Brenner con su paciente.

Opio, diario de una mujer poseída (Ópium: Egy elmebeteg nö naplója) es una película del director húngaro János Szász, la cual cuenta con una fotografía fascinante y un guión crudo y un tanto siniestro, en el que el amor y la locura se mezclan, como el agua y el jabón, para dar forma a una historia difícil de olvidar.