sábado, 13 de noviembre de 2010

Copia conforme, dirigida por Abbas Kiarostami

El juego de realidades que propone Abbas Kiarostami con Copia conforme (cuyo título en México quedó como Copia fiel) parte de un punto que quizá en un principio parezca no tener mucha trascendencia: un escritor y crítico de arte inglés llamado James Miller (William Shimmel) presenta la traducción de un libro suyo en una ciudad de la Toscana italiana, cuya tesis central reside en que una copia puede ser aún más valiosa que el original a partir de la significación de la mirada que la contemple.

Ahora bien, todo hasta allí parece pertenecer al guión de una película “inteligente”, en la que el escritor confirma su tesis con casi cualquier cosa con la que se encuentre; sin embargo, cuando una bella mujer madura de origen francés (Juliette Binoche), y además dueña de una galería de arte antiguo, hace todo por pasar el día con el escritor inglés para charlar acerca de su libro, la historia tomará un giro extraño, en particular cuando en un viaje en auto hacia Lucignano, se encuentran en una cafetería a una vieja signora que está convencida de que son esposos compartiendo un domingo cualquiera, ya que además de comenzar un juego de referencias intertextuales con el clásico de Roberto Rosellini Viaggio in Italia (1954), el filme de Kiarostami se convertirá a su vez en la encarnación de la tesis de James Miller, mediante una mise en abîme, que no se detiene al poner un espejo frente a Viaggio in Italia, resignificado por la mirada de Kiarostami, sino también al entrar en la espiral los propios personajes, quienes de pronto estarán representando la copia de la relación de una pareja madura, resignificada por la historia de amor que van inventado conforme el día avanza, hasta llegar a una habitación llena de una penumbra romántica, en la que habrían pasado una improbable luna de miel 15 años antes, mientras por todos lados los inunda el intenso repique de las campanas de una iglesia.

La desconfianza es comprensible cuando alguien menciona que es un filme “inteligente”, ya que ese término suele ser un eufemismo para describir una película aburrida o al menos introspectiva; sin embargo, la relectura de Kiarostami evade con éxito la previsible monotonía mediante una sutil parodia de los problemas de un matrimonio, con menos dramatismo quizá que lo hecho por el propio Rosellini o incluso Bergman con Secretos de un matrimonio (1974), pero con guiños de humor, drama y deseos truncos sembrados en diversos rincones de los 106 minutos que dura su cinta, la cual termina siendo un gran ejemplo de la capacidad de metamorfosis que un cineasta puede tener a lo largo de su carrera.