martes, 5 de octubre de 2010

El infierno

Después de 20 años pasados ilegalmente en Estados Unidos, Benjamín García (Damián Alcázar) es deportado a un México que ha cambiado más de lo que esperaba: en el pueblo donde creciera, San Miguel Arcángel, los narcotraficantes se reproducen prodigiosamente gracias a la corrupción que reina entre las autoridades municipales, estatales y federales, y a la promesa de una vida llena de abundancias monetarias y sexuales. Su propio hermano, mejor conocido como El Diablo (Tenoch Huerta), vivió con intensidad la fugaz vida de los maleantes, hasta que fue ultimado como un perro, dejando un hijo (Kristian Ferrer) y una viuda (Elizabeth Cervantes), quien se gana la vida como puta. El crimen organizado ha crecido exponencialmente y así también diversos vicios como la prostitución y la violencia. Y aunque en un principio intenta rehacer una vida decente en el taller mecánico de su padrino (Salvador Sánchez), el sueldo miserable que recibe y una serie de problemas provenientes de su sobrino y su cuñada lo obligan a buscar “trabajo” con un amigo de su infancia, a quien ahora conocen como El Cochiloco (Joaquín Cosío), y que es un sicario que trabaja a las órdenes de Los Reyes, importante cartel de narcotraficantes liderado por el poderosísimo don José Reyes (Ernesto Gómez Cruz). Así Benjamín se convertirá en El Benny, sicario aprendiz de la organización.

La velocidad con la que se consiguen grandes cantidades de dólares no tiene nada que ver con lo que deben padecer quienes deciden mantenerse en los límites de la honradez. Y así lo experimentará el propio Benny tras unos cuantos días en su nuevo trabajo. Sin embargo, no todo es diversión y deberá tener un estómago de acero frente a los bestiales métodos de “castigo” que aplican, tanto su patrón como sus propios colegas, contra los traidores o los elementos de bandas enemigas (incluida la policía). Y si además resulta que en los últimos tiempos se libra una guerra contra el cartel de Los Panchos (que lidera el hermano de don José), la violencia estará acechando en cualquier recodo.

Y en su afán de proteger a su sobrino y su cuñada, El Benny termina enamorándose de ella, e incluso hará que abandone su trabajo en el burdel del pueblo y le promete que en cuanto junten un buen dinero, podrán irse a vivir a Estados Unidos. Sin embargo, la guerra contra Los Panchos se recrudece y asesinan al hijo de don José Reyes, con lo que él estallará en irá y desesperación. Hará responsable al Cochiloco y mandará matar a su primogénito. También contratará a una serie de militares mercenarios para que terminen de una vez por todas con Los Panchos y así la violencia llegará a niveles espeluznantes, al grado que el propio Benny tendrá que buscar una última reivindicación, justo en el día de la celebración del Bicentenario de la Independencia mexicana.

Si bien El infierno es una película que retrata sin complacencias los problemas actuales en los que está hundido México, el filtro de intenso humor negro que le da Luis Estrada, hace que esquive con éxito el patetismo trágico o la historia moralina; antes bien al contrario: lo que parece decirnos la película es que todos contribuimos en mayor o menor medida a la podredumbre que nos tiene apresados en un puño y de la cual hoy parece imposible escapar, sobre todo si un gobierno que ignora los problemas de fondo de las poblaciones más afectadas, ha decidido declarar una “guerra” contra esa abstracción que significa el narcotráfico.