viernes, 29 de enero de 2010

El afinador de pianos (The PianoTuner of EarthQuakes)

El Dr. Emmanuel Droz (Gottfried John) ha sido embrujado por la bella voz de la cantante de ópera Malvina van Stille (Amira Casar), de tal suerte que, mediante un misterioso hechizo, la asesina en pleno escenario poco antes de su boda con Adolfo Blin (César Sarachu). Sin embargo, lo que ha hecho en realidad es secuestrar su alma, llevándola a la enigmática y onírica Villa Azucena, en donde la tendrá encerrada como si fuera un canario para disfrutar sin prisas del embrujo de su voz.

Ahora bien, el Dr. Droz en algún momento manda llamar al afinador de pianos Felisberto Fernández (César Sarachu), quien es capaz de escuchar desde el más insignificante estornudo hasta los propios ruidos del infinito, mas no lo llama para que afine pianos, sino a los siete autómatas consentidos del Dr. Droz, cuya función consiste en mostrar los escenarios de ciertos sueños. Felisberto acepta el encargo y comienza a dejarlos a punto uno por uno, no sin experimentar la sensación de estar en un constante déjà vu o quizá viviendo en la imaginación de otro, y sin sospechar que lo que en realidad está haciendo es seguir al pie de la letra el plan del Dr. Droz para que se represente, de forma un tanto diabólica, la ópera de la muerte y secuestro de Malvina en una noche de eclipse de luna, así como proporcionar las condiciones adecuadas para que se produzca un terremoto que hundirá para siempre en el mar a la Villa Azucena. Durante los días empleados en la afinación de los autómatas, Felisberto se encontrará en varias ocasiones con la sensual Assumpta (Assumpta Serna), fogosa amante del Dr. Droz y asimismo ama de llaves de la Villa Azucena, quien le susurrará acertijos insolubles que al mismo tiempo serán alusiones, mediante el uso de metáforas, acerca de su propio destino. También se encontrará con una Malvina alienada, casi siempre sentada frente al mar sin hacer ningún movimiento y confundiendo a Felisberto con su amado Adolfo debido al parecido físico de ambos. Y así el propio Felisberto llegará a amarla y buscará la manera de ayudarla a escapar del malévolo Dr. Droz. Sin embargo, no conseguirán huir de la trampa y estarán condenados a ser imágenes que repetirán la representación de su propio amor hasta el fin de los tiempos…

Con una estética onírica y oscura, El afinador de pianos (The PianoTuner of EarthQuakes, y cuya traducción más cercana sería “El piano-afinador de terremotos”, algo sin duda difícil para la sintaxis castellana) es el segundo largometraje de los hermanos Quay, después de 10 años de su debut con la también enigmática Instituto Benjamenta, basada en la novela de Robert Walser Jakob Von Gunten. Es una película visualmente magistral y pesadillesca, en la que se combinan elementos de rodaje “real” con animación en stop motion, lo cual la dota de un sabor de cuento de hadas gótico. Los propios hermanos Quay admiten en una entrevista que la historia está basada en La invención de Morel, de Bioy Casáres, El castillo de los Cárpatos, de Julio Verne y en Locus Solus, de Raymond Roussel; y que pictóricamente tuvieron influencia de las pinturas La isla de la Muerte (1880), de Arnold Böcklin y El Imperio de la luz (1959), de René Magritte, en la que se resalta la claridad del día en el cielo y la ominosa oscuridad en el paisaje inferior. En fin, una magnífica película para quien busca algo verdaderamente distinto a lo que ofrece día a día la previsible cartelera cinematográfica.