miércoles, 23 de septiembre de 2009

Lost in translation, de Sofia Coppola

Bob Harris es un actor de cine que arriba a Tokio para filmar algunos comerciales de Whisky por los que le pagarán una suma nada despreciable de dólares. Sin embargo, no parece tan entusiasmado al experimentar la ajena vida del Japón, pese a estar tan occidentalizada, y desea escapar de allí que cuanto tenga la menor oportunidad. Está hospedado en el mismo hotel que Charlotte, la joven esposa de un afamado fotógrafo de rockstars, quien ha sido contratado para efectuar sesiones en diversos puntos de la isla. Sin saberlo, ambos tienen cosas en común: quisieran huir inmediatamente de ese sitio, padecen de un inexorable insomnio y se sienten atrapados por un fastidio inexplicable. Y es que después de 25 años, el matrimonio de Bob se hunde irremediablemente en el aburrimiento, tal como se saca en claro de las insípidas conversaciones telefónicas que sostiene con su esposa; mientras que Charlotte no sabe qué hacer con su vida después de haber terminado la carrera de filosofía e incluso comienza a dudar de su presente y su futuro con John, su esposo.

Bob y Charlotte se encuentran brevemente durante varias noches seguidas en el bar del hotel y cruzan apenas unas cuantas palabras. Entonces John se va a una sesión fotográfica fuera de la ciudad por varios días y Charlotte decide salir con Bob para explorar la vida nocturna de Tokio. Durante esa noche brota una repentina amistad entre ambos al notar la extraña similitud de sus vidas, lo cual dota de sentido su estadía en la ciudad. En adelante estarán más tiempo juntos, reirán y compartirán sus noches de insomnio con charlas acerca de sus vidas.

En la penúltima noche de estadía de Bob en Tokio, la cantante del bar del hotel lo seducirá, y a la mañana siguiente él se dará cuenta de lo sucedido un tanto desconsolado. En ese momento Charlotte toca a su puerta para invitarlo a comer, y pese a la cautela de Bob, ella se percata de que ha dormido con alguien. Esa misma tarde ambos tienen una especie de conflicto que parece haber sido detonado por el incidente de Bob y la cantante del bar. Sin embargo, por la noche, obligados a salir de sus habitaciones debido a una alarma de incendio, se reconcilian y confiesan el uno al otro cuánto habrán de extrañarse. Antes de su partida, Bob intenta despedirse de Charlotte aduciendo que ella se ha quedado con su chaqueta. Ella baja al lobby del hotel y debido a que están rodeados por personas relacionadas con Bob, se despiden con cierta frialdad. Entonces Bob sube al taxi que lo llevará al aeropuerto con una expresión de desasosiego en el semblante. En medio del tráfico, mira hacia la calle y reconoce a Charlotte entre la multitud. De inmediato baja del taxi y la persigue hasta que logra alcanzarla. Se miran durante largo rato, se abrazan y Bob le susurra algo ininteligible al oído. Se besan con ternura y finalmente se separan, volteando a ver hacia atrás en repetidas ocasiones.

Lost in translation (2003) es la segunda película dirigida por Sofia Coppola (después de su debut con la adapación de Las vírgenes suicidas del año 2000), y pese a su corta carrera como directora, ya se percibe una gran sutileza en la exploración de los diversos estados de ánimo de los personajes, como la que emprende en este caso a partir del fastidio y la incertidumbre, en la que el humor y la ternura juegan un papel fundamental para evitar caer en los típicos tratamientos que se suelen hacer en las miles de comedias románticas que pueblan las calles de Hollywood.