jueves, 30 de julio de 2009

Una vida iluminada (Everything is illuminated)



Jonathan Safran Foer es un joven obsesivo. Es decir, colecciona objetos, muchas veces de escaso valor, pero que tienen que ver con ciertos momentos trascendentales en la vida o muerte de algún familiar. Y además tiene la costumbre de colocar dicho objeto en pequeñas bolsas ziplock, las cuales cuelga en una pared alrededor del retrato de la persona relacionada. Tal cual lo haría un artista contemporáneo con alguna instalación. Y es que Jonathan tiene miedo de no recordar, de caer en las trampas que suele colocar la memoria en cualquier recodo.

Es así que vemos que, en medio de la agonía, su abuela le obsequia una ajada fotografía en la que aparece el abuelo y una mujer de quien sólo sabremos, además de su nombre, que ayudó a escapar al abuelo de la persecución nazi: Agustine. De esta forma, Jonathan comenzará una búsqueda de esa mujer, y a la par, de sus propias raíces a través de tierras ucranianas. Mas para ello contratará desde Estados Unidos los servicios de una empresa familiar de viajes para poder cumplir con su cometido. Así conocerá a Alex, un joven break dancer con un exótico dominio de la lengua inglesa (lo cual servirá para cuestionar ciertos prejuicios ya invisibles para un estadunidense) y el abuelo de éste, un extraño sujeto que sostiene ser ciego (y que incluso cuenta con una falsa perra guía, a quien llama con el insólito nombre de “Sammy Davis Junior, Junior”), aunque acaso esa “ceguera” sea sólo una metáfora que hable de algún momento vergonzoso e inconfesable de su pasado. Juntos emprenderán un viaje para buscar un poblado engullido por el tiempo y la geografía, en el que saldrán a la luz cómicas diferencias culturales, pero también lazos que unirán sus vidas inesperadamente, o los inexplicables y misteriosos atisbos de racismo contra los judíos del abuelo de Alex. Al final Jonathan encontrará algo muy cercano a aquello que buscaba en medio de un colorido y bucólico campo de girasoles, y por supuesto, también cada uno de los personajes encontrará una parte de sí mismo que no conocía o que había escondido en las profundidades de su propia conciencia.

Una vida iluminada es la opera prima de Liev Schreiber, este actor de películas típcamente hollywoodenses (entre ellas encarna al terrible Sabretooth en X-Men Origins: Wolverine) y que sin embargo sorprende por su buena manufactura. Y pese a que llega un momento en que parece haberse engolosinado un poco con la excelente banda sonora (muchas de cuyas canciones son interpretadas por la propia banda de Eugene Hutz: Gogol Bordello), quizá demasiado influenciado por el estilo de Emir Kusturica y como una especie de refuerzo emocional de muchas escenas, cabe señalar que visualmente resulta entrañable y que las actuacuiones de Elijah Wood, Eugene Hutz y Boris Leskin en los roles principales la dotan de un ritmo y un colorido difíciles de lograr en un director principiante.