sábado, 18 de julio de 2009

Dancer in the Dark



Selma se está quedando ciega poco a poco y no puede hacer nada para remediar su situación. O mejor dicho, no quiere, porque cada centavo que ahorra está destinado a una operación para que Gene, su hijo recién entrado en la adolescencia, no sufra la misma enfermedad hereditaria que ella. Para ello trabaja incansablemente en una fábrica de charolas metálicas en Washington D.C., y todos esos ahorros los guarda en una lata de galletas que esconde en la minúscula cocina del remolque en el que viven, ubicado en la propiedad de un amigo suyo que trabaja como Sheriff local. Estamos en 1964, en plena guerra fría, y Selma no siempre es bien vista debido a que en sus espaldas carga el estigma de ser una inmigrante checoslovaca, es decir, el ser una antigua integrante del temido y odiado bloque comunista.

Sin embargo, a ella no le importa la política. Lo único que le preocupa en la vida, además de la educación y la salud de su hijo, son las películas de musicales, las cuales adora, tanto así que suele encontrar música y ritmo en cualquier ruido monótono, lo que también le sirve para desarrollar elaboradas alucinaciones en las que casi siempre ella es la protagonista. Es también por eso que participa en una obra musical titulada The sound of music, en la que ella tendrá el papel principal. Además, cuenta con el apoyo incondicional de su amiga Kathy o Cvalda, como le gusta decirle de cariño, y Jeff, un pretendiente al que nunca le otorgará la menor esperanza de ser correspondido.

Selma suele atestiguar los despilfarros monetarios que perpetra la esposa del policía. Y un mal día, él mismo le cuenta, no sin desesperación, el secreto de su vida: la herencia que recibió, y a partir de la cual su esposa tomó la costumbre de creerse rica y con derecho a derrochar el dinero en fruslerías, se ha terminado, y ahora las deudas le llegan hasta el cuello. Sin embargo, no es capaz de romper la ilusión de su esposa y por eso le pide consejo a Selma, vista la rectitud que la caracteriza. Ella no le dice nada que no sepa: debe confesárselo todo a su esposa y ver cómo solucionan su situación, que después de todo aún no es tan apremiante. A su vez, Selma le confiesa el secreto de su ceguera cada vez más definitiva. Ahora bien, el Sheriff, ya salió del umbral de la honestidad y, aprovechándose del secreto de Selma, la espía para averiguar en dónde guarda sus ahorros. Y no duda en robarlos con el fin de cubrir aunque sea una parte de sus deudas. Cuando Selma se da cuenta del robo, de inmediato sospecha del Sheriff y va con él decidida a que le devuelva su dinero.

Ella es fiel a la amistad y nunca contará el secreto que él le confesó, pero se muestra implacable a la hora de exigirle el dinero que ha conseguido con tanto sacrificio. El policía, presa de la desesperación, le pide como favor que lo mate, para así liberarse de su vida llena de engaños. Ella accede en medio de una angustiosa disputa y lo asesina, no sin antes recuperar su dinero. Sabiéndose perdida, de inmediato se dirige, con la ayuda de Jeff, a la clínica en la que se realizará la operación de su hijo para cubrir la cuenta por adelantado. Poco después es arrestada por el asesinato de su "amigo" y en el juicio se le condena a muerte. Y ni siquiera en esas instancias revela el secreto del Sheriff, el cual podría salvarla. Y aun cuando se dirige al cadalso lo hace llevada por otra alucinación musical, en medio de una escena que cimbra las entrañas de cualquier espectador.

Dancer in the Dark es una de esas obras maestras que raras veces toman por las solapas al propio cine para cuestionarlo, valiéndose de recursos comunes como el melodrama, los musicales, le fe, etcétera; para llevarlos a los límites más escalofriantes del arte. La actuación de Björk en el papel de Selma habla más de un padecimiento que de una interpretación, según ella misma lo confiesa. Esta película es la tercera parte de la asombrosa "Trilogía del Corazón de Oro" del aclamado director danés Lars Von Trier, y obtuvo la Palma de Oro y el premio a Mejor Actriz en el festival de Cannes de 2000.