miércoles, 6 de marzo de 2013

Tideland (2005), de Terry Gilliam

Los padres de la pequeña Jeliza-Rose (Jodelle Ferland) son unos heroinómanos sin más ambiciones diarias que tener unas buenas «vacaciones» psicodélicas. Pero cuando su madre (Jennifer Tilly) muere inopinadamente a consecuencia de una sobredosis, Noah (Jeff Bridges), su padre, temerá que se le acuse de homicidio y decide huir con su hija a su lugar de nacimiento: Jutlandia, sitio ubicado en una región tan desolada del país que seguramente a nadie se le ocurrirá buscarlos.

Sin embargo, la vieja casa está en ruinas, con lo que les espera una buena carga de trabajo si acaso esperan reconstruirla y vivir ahí con la tranquilidad que imagina Noah, quien ni siquiera ha terminado de instalarse cuando ya decidió tomar sus acostumbradas «vacaciones» psicodélicas ayudado por los cuidados de Jeliza-Rose. Sin embargo, algo sale mal y Noah nunca regresará de sus «vacaciones», si bien su hija no conseguirá reparar completamente en ello debido a que cada vez se interna más en su propio mundo, en donde sus muñecas, o mejor dicho, varias cabezas de muñecas, serán las voces por las que hablará su propia conciencia.

Un día se encontrará con los hermanos Dell (Janet McTeer) —una extravagante y tuerta campesina que guardará una inesperada relación con Noah y que además tiene la vesánica costumbre de disecar a sus muertos para «tenerlos siempre cerca»— y Dickens (Brendan Fletcher), quien, a pesar de su edad adulta será un compañero de juego para Jeliza-Rose debido a un retraso mental, con lo que la soledad y el desamparo de la niña se verán un tanto atenuados. Y de hecho, la súbita amistad entre Dickens y Jeliza-Rose dará pie a una relación en la que un incipiente germen de erotismo se trenzará con la ingenuidad infantil y una imaginación capaz no sólo de crear deslumbrantes y misteriosos mundos, sino incluso enormes catástrofes, en especial cuando Dickens, obsesionado con cazar al terrible monstruo marino (un tren que pasa por Jutlandia) que aparece cada tanto en esa "tierra de mareas", consigue objetos que puedan obstruirle el paso, como chatarra, balas de escopeta e incluso una carga de dinamita que lo llevará a acabar con él de una vez por todas...

Tideland (2005) es una de las piezas más alucinantes de Terry Gilliam, quien no se queda en sólo una exploración del humor negro en una realidad paralela a la cotidiana, sino que llega incluso a generar sus propias reglas en un mundo dominado por la esquizofrenia, la fantasía, el desamparo, el delirio, la soledad, el amor tanto filial como erótico y el heroísmo deschavetado, con lo que logra una película que causará lo mismo escalofríos que risas no carentes de una pizca de histeria, tal como suele suceder con muchas obras maestras.