jueves, 11 de marzo de 2010

Ichi The Killer (Koroshiya Ichi), dirigida por Takashi Miike


Sinopsis de Ichi The Killer

Kakihara (Tadanobu Asano), asesino Yakuza (mafia japonesa) inconfundible por el pelo rubio, una serie de navajazos en el rostro –en especial los dos que prolongan las comisuras de su boca hasta bien entradas las mejillas–, así como por practicar un exaltado sadomasoquismo, comienza una búsqueda entre sus posibles enemigos tras la misteriosa desaparición de su jefe junto con 300 millones de yens.

Todos creen que el jefe simplemente tomó el dinero y huyó, pero Kakihara está convencido de que fue secuestrado. Al estar investigando, un viejo le señala al miembro de un clan rival como responsable, y Kakihara no duda en torturarlo para hacerlo hablar, colgándolo con ganchos ensartados en la piel, clavándole algunas agujas gigantescas en el rostro (su sello personal), y finalemente bañándolo con el aceite hirviente de un tempura. Pero el hombre resulta ser inocente, y cuando buscan al viejo para que responda de su acusación, éste ya ha desaparecido. Para lavar su error, Kakihara se corta la punta de la lengua con una espada y la ofrece al jefe del clan rival.

Ahora bien, Jijii (Shinya Tsukamoto), el viejo aquél que señalara al culpable, resulta ser el orquestador de los acontecimientos con el fin de liquidar a todo ese clan Yakuza. Y para ello utiliza a Ichi (Nao Omori), un joven medroso y pusilánime, pero que cuando se enoja, llora y se convierte en un sangriento asesino gracias a su increíble habilidad en las artes marciales y a que usa filosas cuchillas en los talones de sus zapatos. De su pasado no se dice gran cosa, salvo que asesinó a sus padres en un ataque psicótico, y que más tarde fue adoptado y manipulado por Jijii a través del hipnotismo, ya que le implantó un recuerdo en el que Ichi fue testigo de la violación masiva de una niña en la escuela secundaria. Más que atormentarle el no haberla ayudado, a Ichi le habría gustado participar, y con ello en mente, mezcla la excitación sexual con el deseo homicida.

Pese a ser expulsado del clan, Kakihara decide seguir a Ichi por su cuenta con un grupo de matones. Parece fascinado con este “sádico total" que podría otorgarle ese sufrimiento físico que ha buscado en vano durante toda su vida. Recluta a un par de policías gemelos para seguir la pista de Ichi, y después de torturar a una prostituta, dan con el paradero de un hombre de Jijii. Los policías y Kakihara van tras él, y después de perseguirlo, Kakihara lo acorrala en un callejón y resiste, casi riendo, sus débiles puñetazos. Kakihara se desprende de los piercing que mantienen “normal” su boca, y al siguiente puñetazo, le atrapa el puño con los dientes. Muerde con todas sus fuerzas, y el hombre no consigue liberar su mano hasta que el propio Kakihara se la suelta a punta de patadas. La mano queda con los huesos expuestos debido al terrible mordisco de Kakihara. Así comienza la nueva tortura para saber el paradero de Ichi, el asesino, y cuando están a punto de cortarle el pene con unas tijeras, se escucha un ruido afuera y todos se dan cuenta de que uno de los guardias fue asesinado y dejado con todos los huesos rotos. Lo que ninguno sospecha es que ha sido el propio Jijii, que tras su apariencia de anciano esconde unos músculos de acero. Todos creen que ha sido Ichi y así comienza una persecución hacia la azotea del edificio, durante la cual Ichi mata a casi todos los hombres de Kakihara, uno por uno.

Finalmente están frente a frente Ichi y Kakihara, pero debido a otro recuerdo implantado por Jijii, Ichi cree que el último esbirro de Kakihara es su propio hermano, con lo que baja la guardia. Pero el matón le dispara en una pierna e Ichi desata su furia y lo asesina delante de su hijo, a quien alguna vez el propio Ichi ayudara. Como nunca le ha gustado matar, Ichi se pone a llorar en el piso por lo ocurrido, y el niño va y lo agarra a patadas por el coraje y el dolor.

Kakihara no puede dar crédito a la pusilanimidad que muestra Ichi mientras llora, ya que esperaba una muerte terrible, sádica, y cuando parece que no sucederá nada más, coge un par de sus enormes agujas y se las ensarta él mismo por las orejas, hasta que se queda sordo. Entonces alza la vista y ve a Ichi de pie, envuelto en lágrimas y sosteniendo un pedazo de la cabeza del niño.

Finalmente inician la pelea, pero Ichi no tarda mucho en incrustar una de sus navajas en la frente de Kakihara, con lo que, después de perder el equilibrio en un barandal del edificio, cae al suelo desde una altura de varios pisos. Aquí es donde viene lo más extraño de la película, porque ya en el piso Kakihara no tiene ninguna herida en la frente, mientras que un desolado Jijii termina colgado de un árbol, dejando un final sumamente abierto para la interpretación del espectador.